26 Feb
26Feb

¡POBRE PANGOLÍN!

Por J. C. M.


Este simpático mamífero pertenece al género manis, de los folidotos, que en griego antiguo significa “cubierto de escamas” y habita en las regiones tropicales de África y Asia; no tiene dientes y se alimenta de hormigas.

En los últimos días se ha hecho famoso porque lo relacionan con el coronavirus, y le quieren endosar responsabilidad de ser la especie intermedia para contagiar a los seres humanos. Pero no hay evidencia científica que lo compruebe, aparte de estar en peligro de extinción, por el abusivo consumo de su carne y el uso de sus escamas en la medicina oriental, lo quieren estigmatizar para no “buscarle” el verdadero origen del coronavirus.

El coronavirus (2019-n CoV) es una cepa completamente nueva, relacionada con el virus MERS y el SARS, que básicamente son un síndrome respiratorio agudo y severo; pertenece a una gran familia de virus en su mayoría inofensivos, responsables del resfriado común, pero el SARS exhibió características nunca observadas en ningún virus animal o humano y contenía material genético que aún no se ha identificado, similar a este nuevo coronavirus en 2019.

El virólogo Dr. Alan Cantwell escribió en ese tiempo que “esta es una enfermedad completamente nueva con efectos devastadores en el sistema inmunológico, y no existe un tratamiento conocido”. Cantwell señaló que la Ingeniería Genética del coronavirus ha estado desarrollándose en laboratorios médicos y militares durante décadas.

El 18 de octubre de 2019, el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, junto con el Foro Económico Mundial, reunió a 15 líderes de empresas, gobierno y salud pública” para simular un escenario en el que una pandemia de coronavirus estaba devastando el planeta. Los principales participantes fueron militares de alto rango de E.E.U.U. y ciertas figuras políticas neocon. Los chinos no fueron convocados.

En un simulacro, tres meses antes, la Fundación Bill y Melinda Gates predijo hasta 65 millones de muertes por coronavirus.

Otro hecho interesante: el 19 de octubre llegaron a Wuhan, por los Juegos Mundiales Militares, un contingente de 300 efectivos estadounidenses (el período de incubación del virus es de 14 días).

Dos meses después, una pandemia de coronavirus golpeó a China en Wuhan, un importante centro de transporte en China Central para la red de trenes de alta velocidad, y con 60 rutas aéreas internacionales y más de 100 vuelos internos, justo durante el Festival de Primavera, cuando cientos de millones de chinos viajan por el país.

Resulta que el virus coincide con la guerra comercial con China, con los disturbios de Hong Kong “pro-democracia” y financiados por la CIA.

El brote de virus ocurrió después de que la gripe porcina diezmara la industria porcina china y poco después de que la gripe aviar diezmara la industria china del pollo.

Sergei Kolesnikov, miembro de la Academia Rusa de Ciencias Médicas, dijo que la propagación del virus del SARS podría haber sido causada por la fuga de un virus de combate producido en un laboratorio de armas bacteriológicas.

Parece claro que esta arma biológica ha sido parte de la guerra comercial contra China porque su compuesto natural es imposible; que esta mezcla de dos virus (el de sarampión y el de paperas) nunca podría aparecer en la naturaleza. “Esto sólo puede hacerse en un laboratorio”.

Por su parte, “The New YorK Times” ataca a China para sembrar desinformación tóxica y racista, acusando al gobierno chino de “encubrimiento”: “que los viejos hábitos de China ponen el secreto y el orden antes de enfrentar abiertamente la crisis”.

A todos nos consta por la TV que, si hay un país capacitado para una pandemia de esta magnitud, es China, que acaba de construir dos hospitales con miles de camas en tiempo récord de diez días.

Este sucio juego con armas biológicas contra China es igual de siniestro que echarle la culpa al discreto, nocturno e inofensivo Pangolín.

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