16 Jan
16Jan

LA POSTVERDAD DE LA 4ª. TRANSFORMACIÓN

Por J. C. M.


“El conocimiento es poder”, un concepto trillado durante muchos años de prevalencia, ha sido enterrado por una visión filosófica: “La ignorancia es poder”.

Como que estruja la razón esta nueva afirmación y te saca de la zona de un sano raciocinio.

En el debate político se echa mano de esta deliberada postura para degradar al enemigo por medio de la retórica de la desinformación y hacer que el debate gire no en torno de unos datos, sino de “otros datos” o de propuestas para cambiar los datos reales.

En nuestro medio nacional, hay un ejemplo cotidiano de esta práctica que nos ha sorprendido a todos los ciudadanos y que lo vemos a diario en cadena nacional, me refiero a las mañaneras de AMLO que ha aplicado esta técnica y la utiliza como “arma de distracción masiva”.

Aristóteles decía que “el ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”.

Un ejemplo es el de Igor Sikorsky, el inventor del helicóptero, cuya reflexión que se encuentra inscrita en la sala de espera de la NASA, en Florida, y que dice así:

“Según las leyes de la aerodinámica, el abejorro común no puede volar; la relación matemática entre la cabeza, demasiado grande, y las alas, demasiado pequeñas, le impediría sostener su cuerpo en el aire. Pero el abejorro no lo sabe. Es ignorante, por eso vuela”.

Esta ignorancia y la falta de racionalidad nos hace sentir más fuertes y atrevidos. La racionalidad nos haría reflexionar mucho y por lo tanto no volar nunca.

Nicolás Boileau escribió que la ignorancia siempre está dispuesta a admirarse a sí misma. A menudo la ignorancia es el resultado, no tanto de lo que desconocemos, sino de la arrogancia con que defendemos lo que no sabemos.

En los debates dialécticos, con tal de intentar quedar bien, comprobamos que buscamos ser audaces y demasiadas veces demostramos ser necios.

La inteligencia, según los teóricos de la ignorancia, radica en controlar los entornos.

El juego político de “ya sabes quién” consiste en rebajar las ideas sublimes con palabras vulgares y elevar las cosas humildes con frases trascendentes. Ejemplo: “¡Los conservadores son fifís!”, no lo digo yo, lo dice la historia”. Estos insultos son de mala fe, no de ignorancia. Habría que recordarle al señor presidente aquella frase del sabio mallorquín Ramón Lull: “Como es más lo que ignoras que lo que sabes, no hables mucho”.

“Repito mucho lo de que no tengo ni idea de nada, pero cada vez aspiro a ser más ignorante de la manera correcta”.

“Los amos de la distracción masiva” persiguen dos cosas: negar la credibilidad de las fuentes, por muy solventes que sean y negar los propios hechos.

“Yo tengo otros datos” es la frase líder del líder, donde aplica la ignorancia intencionada y niega la credibilidad y logra resultados produciendo la postverdad.

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